Como cabe suponer, el uso del cabecero de cama no es simplemente estético, sino que guarda una función práctica y funcional. Este elemento indispensable en todo dormitorio servirá como elemento protector de la pared, también sirve para evitar que almohadas y ropas se introduzcan entre la cama y las paredes. En ocasiones, también se les atribuye otra serie de usos, como la instalación de luminarias o dispositivos de almacenamiento.
Los cabeceros, como su propio nombre indica, se colocan en la parte superior de la cama, entre la pared y las almohadas o cabezas de los durmientes. No se debe contemplar este elemento como un objeto ajeno a la cama, más bien todo lo contrario, forma parte de su estructura básica y, por lo tanto, su aspecto debe guardar cierta relación estética con ella y con el resto de la habitación.
En este sentido, el mercado ofrece una más que amplia gama de modelos y diseños, por lo que es bastante fácil encontrar aquel que se adapte al estilo del dormitorio. En cualquier caso, la elección se dispondrá según los parámetros de tejido, forma y color que permita al acolchado cumplir su función estética, aportando calidez y protección, además de ser un elemento higiénico.
Aunque este elemento puede ser de los más variados materiales, desde madera hasta metal, pasando por la piedra o el plástico, lo más normal es que el aspecto final lo ofrezca un determinado tejido que sea el elegido para el tapizado. Estos son los más frecuentes:
Son tendencia en estos momentos, son fáciles de limpiar y ofrecen una gran variedad en colores. Muy parecido al cuero, por lo que aportará un aspecto moderno a la habitación. Es un producto ecológico.
Para aquellos que prefieren el gusto por lo clásico y el estilo más tradicional. Este tejido, creado a partir de hilos entrelazados con una textura similar al velvetón, es elegante dentro de lo sobrio.
Los más arriesgados apuestan por este, que es el último gran éxito de los diseñadores y decoradores de interior. Su colocación otorga a todo el dormitorio un plus de glamour y elegancia sin comparación.
Como su propio nombre parece indicar, este tejido tiene muy en cuenta su procedencia ecológicamente responsable. Los hilos que lo confirman son 100 % reciclados, cumpliendo los procesos de fabricación y protocolos para contribuir con la armonía ecológica y la sostenibilidad en el planeta.
Una vez que se tiene claro qué tipos de tejidos son utilizados con más profusión en la creación de los cabeceros, debemos dar paso a los estilos posibles para completar la información sobre qué cabeceros usar.
La madera tiene un protagonismo claro en este tipo de cabeceros, dejando partes o la pieza entera sin cubrir por tela alguna. No son excesivamente decorativos, su color apenas resalta o se contrapone al de la pared. Estos cabeceros buscan tener una función más práctica y funcional que estética.
La conjugación clásico y moderno se hace posible al incluir molduras en el cabecero. En estos casos no se recomienda sobrecargar, sino elegir el diseño más apropiado para ganar en profundidad, pero no perder metros en la habitación, sobre todo si esta es pequeña.
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Los cabeceros se colocan a una buena altura, llegando casi hasta el techo. Con un color que contraste fuertemente con el de la pared o cubriéndolo con papel pintado, será posible el estilo chic y no se estará modificando nada en exceso.
La utilidad de un cabecero cumple con estos diseños su máxima expresión. Se tratará de un mueble a medida donde instalar desde baldas hasta mesillas suspendidas, pasando por cajones extraíbles o pequeños sacos colgantes.
El estilo natural siempre está presente a pesar de los cambios en modas y tendencias decorativas. Se trata de cabeceros en madera sin ninguna aplicación, completamente al desnudo, sin tintes ni capas para cambiar su textura. Esta opción transfiere a la estancia sensación de paz y tranquilidad, muy acorde con la estética mediterránea. En muchos casos, son las bases de pallets los que se utilizan para separar la pared del resto de la cama.
Muy similar al anterior, pero teniendo el blanco como fundamento. La madera se presenta igualmente desnuda, sin embargo, para estar acorde con el estilo escandinavo, de líneas minimalistas y colores que se fundan con el entorno y propicien espacios diáfanos y puros, deberán pintarse de blanco. Las líneas rectas y sencillas también forman parte de esta fórmula decorativa.
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Posiblemente, el más común y recomendado, tanto por especialistas como por decoradores y los propios usuarios. Y es que este tipo de cabecero, además de permitir algunas de las opciones anteriormente señaladas, ofrece una comodidad extra al usarlo como respaldo si se gusta de leer o comer en la cama.
Otra opción que es tendencia absoluta y de acuerdo a la cada vez mayor necesidad de rodearse de naturaleza, incorporar un cabecero de fibras naturales, como el mimbre, el esparto, el yute, el bambú o el ratán, proporcionará a toda la habitación una sensación fresca y muy natural y, por lo tanto, más saludable.
Sencillo como todo lo que representa al movimiento bohemio, con un simple tapiz se conseguirá un cabecero atractivo y sugerente. Este año, más de moda que nunca, son los colores claros y naturales, como el beige, los que más se llevan. Si además la pieza contiene flecos, el estilo quedará bien representado. Una de sus ventajas es que puede ser sustituido fácilmente, pues se fija a la pared con un simple colgador, por lo que, si se encuentra otro tapiz que nos guste, el cambio será sencillo y rápido, ofreciendo un nuevo carácter decorativo.
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Para finalizar, el estilo que busca lo viejo y lo transforma en algo transgresor e innovador. Para acertar con la decoración vintage en el cabecero habrá que buscar motivos florales, tonos pastel y estampados.
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